Paisjes I. Ignacio de Iriarte.

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El paisajismo fue considerado un género menor dentro de la pintura, ocupando siempre un plano secundario o complementario de escenas mitológicas- religiosas y retratos. Poco a poco, el género paisajísitco ha ido ganando la suficiente entidad para convertirse en un objeto estudio autónomo dentro de la pintura.
Con esta serie, pretendemos dar un visión de los paisajes y paisajistas que plasmaron un mundo pasado, real, ficticio o alegórico, que sirve para recordarnos la fuerza y belleza latentes en la Naturaleza: la más bella obra de arte. Rescataremos autores y obras y admiraremos aquellos más conocidos, por el simple hecho de deleitarnos con y en el Arte.
Iniciamos nuestra serie con el pintor vasco afincado en Sevilla en época barroca, Ignacio de Iriarte. En Wikipedia (muy a nuestro pesar), hemos localizado algunos datos biográficos del artista:
Ignacio de Iriarte (1621-1670) fue un pintor barroco español establecido en Sevilla donde se especializó en la pintura de paisajes.

Nacido en Azcoitia (Guipúzcoa), se desconocen sus primeros pasos en la pintura hasta que, hacia 1642, decidió trasladarse a Sevilla formándose en el taller de Francisco Herrera el Viejo. Allí llegó a dominar el uso de los colores, pero nunca llegó a desenvolverse bien con la figura humana, por lo que determinó dedicarse con preferencia a los paisajes, alentado por la presencia en la ciudad de una colonia de comerciantes nórdicos de gustos burgueses. Con ellos llegaría a obtener gran fama, hasta el punto de que, según Antonio Palomino, Murillo afirmaba que los hacía «por inspiración divina».

En 1646 casó con Doña Francisca de Chaves en Aracena, muerta prematuramente. De vuelta en Sevilla contrajo nuevo matrimonio en 1649. Fue miembro fundador de la Academia de Sevilla y su primer secretario en 1660 y, de nuevo, de 1667 a 1669. En ella rivalizó con Bartolomé Esteban Murillo, con quien también en alguna ocasión pudo colaborar. Murió en Sevilla en 1670, siendo enterrado en la capilla del Sagrario de la catedral.

Las obras seguras del pintor, aparte de una modesta Inmaculada firmada en 1664 en la colección March, se reducen a dos paisajes, uno puro, en la colección de los duques de Alba, firmado en 1660, y el Paisaje con pastores del Museo Nacional del Prado, de 1665, a partir de los cuales ha sido posible asignarle otros paisajes de naturaleza pujante, aunque interpretada a partir de grabados y en ocasiones con figuras trabajadas con cierto descuido, entre los que se encuentran los conservados en los museos de Bilbao y del Hermitage, así como dos dibujos firmados en el Louvre.


En la magnifica página de "Ciudad de la Pintura", hallamos ejemplos de su obra:








En posteriores entregas, retomaremos la obra de este autor, ampliando, incluso este post si fuese necesario. Por ahora un pequeño homenje para conjurar el olvido e inaugurar este nuevo blog.